LA SEGURIDAD ES EL NUEVO LEMA
TEMA 1

Los acontecimientos a nivel mundial de los dos últimos años han provocado un cambio en las megatendencias económicas en todo el mundo. Han surgido nuevas tendencias estructurales a largo plazo, o al menos se les ha dado un gran impulso. De la deflación estructural de los precios de las materias primas y de los suministros tecnológicos estratégicos hemos pasado a un enfoque de invertir para asegurar los activos estratégicos: la necesidad de asegurar la producción y el suministro de materiales, bienes y servicios críticos, es decir, alimentos, energía, semiconductores y comunicaciones por Internet.
- Renovación de la atención a la seguridad energética
- Centrarse en la seguridad alimentaria y del agua
- Asegurar las comunicaciones e internet a través de la ciberseguridad
- Asegurar las tecnologías estratégicas, como la producción de semiconductores
NUESTRAS RECOMENDACIONES
- Seguridad energética: eficiencia energética, energía renovable/generación de biomasa, metales de baterías y almacenamiento de energía, energía de hidrógeno, infraestructura de petróleo y gas, exploración y producción de petróleo y gas, uranio/energía nuclear.
- Seguridad alimentaria: fondos que inviertan en soluciones para combatir la malnutrición, a través de una irrigación más eficaz del agua, fertilizantes y tecnologías para aumentar el rendimiento de las cosechas, un mejor transporte de los alimentos para evitar su desperdicio en el camino al mercado y al consumidor, empresas que combatan el desperdicio de alimentos.
- Empresas metalúrgicas y mineras: empresas en localizaciones seguras que produzcan los metales industriales y de baterías esenciales necesarios para acelerar la transición energética/de bajas emisiones de carbono, incluidos los productores y recicladores de cobre, estaño, aluminio, níquel, plata y litio.
- Seguridad tecnológica: empresas de semiconductores y ciberseguridad, tecnología de satélites y redes.
PRINCIPALES RIESGOS
- Una recesión mundial podría provocar una grave destrucción de la demanda de energía y materias primas, lo que haría bajar los precios de las materias primas y, por tanto, perjudicaría los beneficios de las empresas productoras de estos productos.
- Un descenso inesperadamente rápido de las tasas de inflación hasta el 2% o menos, podría invalidar este tema de inversión, ya que ello implicaría un descenso de los precios de la energía, las materias primas y los bienes hasta los niveles anteriores a la crisis. Esto podría desencadenar una excesiva acumulación de inventarios que acabaría provocando un descuento generalizado de los precios, ya que la oferta supera a la demanda.
La baja inflación ya es cosa del pasado
Las bajas tasas de inflación observadas en Estados Unidos y Europa desde 2008 han sido sustituidas por una inflación creciente, algo que no se veía desde la década de 1970. Esta inflación ha sido el resultado del aumento de los precios de las materias primas y del encarecimiento de los bienes como consecuencia de las interrupciones de la cadena de suministro mundial. Tras un largo periodo de deflación de los precios de la energía, los alimentos y los metales desde 2011 hasta 2020, nos encontramos ante un nuevo mercado alcista de las materias primas, que se extiende desde la energía hasta los metales industriales y los alimentos.
Todo sobre la seguridad energética, alimentaria y de materias primas
Europa es un buen ejemplo del cambio de prioridades, que ha pasado de tener asegurado el suministro de gas natural ruso, relativamente barato, a la imperiosa necesidad actual de descubrir fuentes alternativas de gas natural y otros suministros energéticos lo antes posible, para garantizar la seguridad energética en la Unión Europea. Por lo que respecta a la seguridad alimentaria, el mundo desarrollado ha disfrutado de un auge de la productividad en la agricultura y la ganadería, lo que ha permitido que los precios de los alimentos disminuyan de forma constante entre 1980 y 2003, y de nuevo entre 2011 y 2020. La caída del coste real (después de la inflación) de los alimentos a nivel mundial ha sido sustituida por un fuerte aumento de los precios de los alimentos desde finales de 2020, lo que está provocando disturbios civiles en algunas economías en desarrollo. Se necesitan enormes inversiones para ampliar la oferta/producción de energía, alimentos y otras materias primas para aliviar estas subidas de precios. Pero esto llevará tiempo. En un futuro previsible, estos elevados precios de las materias primas parecen que van a mantenerse, hasta que al menos que veamos una fuerte destrucción de la demanda, ya que la gente reacciona a estos altos precios cambiando su comportamiento.
Seguridad tecnológica: producción de chips, ciberseguridad
También es probable que se produzca un fuerte aumento de la inversión en determinadas áreas tecnológicas, sobre todo en la producción de semiconductores y en la ciberseguridad. Hasta ahora, la base fundamental de la tecnología actual, los chips semiconductores para el procesamiento, la memoria, el almacenamiento y los sensores, se han producido en gran medida en el Lejano Oriente (por ejemplo, Corea del Sur o Taiwán). Es probable que este nuevo énfasis en la seguridad nacional desencadene la construcción de una nueva producción de chips semiconductores en Estados Unidos y Europa, con el fin de asegurar el suministro en esta industria estratégica.
Invertir la falta de inversión a largo plazo
La era de la infrainversión en EE. UU. y Europa mediante la creciente externalización de la producción de bienes (e incluso de muchos servicios) a países con mano de obra más barata, como China e India, ha terminado en gran medida gracias a las interrupciones de la cadena de suministro inducidas por el COVID-19. Las empresas comprenden ahora la necesidad de contar con cadenas de suministro sólidas y, en muchos casos, están volviendo a localizar la producción de componentes y conjuntos clave para reforzar sus cadenas de suministro. Para ello, esperamos que las empresas inviertan fuertemente en nuevas plantas y equipos más cerca de sus mercados de origen, evitando las regiones geopolíticamente sensibles en favor de lugares más estables políticamente. Esto debería impulsar la inversión en automatización industrial, dado el fuerte aumento de los costes salariales.
Del mismo modo, la escasa inversión en la producción mundial de materias primas tras el desplome de los precios de las mismas en 2011 se revertirá lentamente, teniendo en cuenta que los inventarios de los almacenes son hoy mínimos y los precios de la energía, los metales básicos y los alimentos son máximos. Esta mayor inversión en bienes de capital debería beneficiar a los proveedores de equipos mineros y agrícolas.